Dos mil versos

Aunque de manera rudimentaria, hace un tiempo había escrito acerca del lenguaje poético y ahí contaba por qué sentía la necesidad de animarme cada vez más a intentar la escritura de poesía. Así fue cómo cada día, en la aplicación de notas de mi teléfono, escribí un poema y luego de tres semanas pude ver que ya tenía un conjunto unificado por cierto tono y sentido. A partir de eso, me lancé a escribir unos quince más tratando de mantener el mismo tono, la misma voz, la misma máscara. Tenía, por fin, unos mil versos con unidad de sentido, mi primer poemario.
Pero ahí no terminó la aventura, ya que enseguida me enfrasqué en la escritura de otro poemario, pensándolo desde su inicio como un corpus de sentido, y llegué a escribir hasta tres poemas al día, completando el trabajo en un par de semanas.
Tenía entonces dos poemarios que me daba pudor mostrar, pero que sospechaba que estaban bastante bien, así que sin demasiada ilusión pero con la idea de que los leyera alguien con trayectoria en poesía, los mandé a concursar.
El primer poemario recibió una mención especial en un concurso y segunda mención en otro, en tanto el segundo poemario obtuvo un primer premio.
Mientras esperaba los resultados de estos concursos, aproveché el impulso para seguir escribiendo poemas y, como no sabía qué hacer con ellos, abrí un blog en el que los fui publicando. Ya hay más de cincuenta. Es decir que, casi sin darme cuenta, en cuatro meses escribí unos dos mil versos.
El año que viene, gracias a un premio literario, se publicará mi primer libro de poesía.

 

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